El antiguo juego de palabras en italiano del título hace referencia a que toda traducción es una especie de traición. Es muy difícil traducir sin que se pierdan matices, conceptos, tonos, ideas originales, alegorías, etc.
En una nota publicada en el periódico argentino La Nación del 27/10/07, Umberto Eco describe inigualablemente las peripecias de ese anti-héroe que es el traductor:
“Es duro y paradójico el esfuerzo del traductor, que debe hacer lo máximo para volverse invisible, como si estableciera un diálogo directo entre los lectores y los autores originales, y que sin embargo querría (con justicia) que esa invisibilidad fuera premiada con una cierta visibilidad. No obstante, el éxito del traductor es precisamente el logro de la invisibilidad: sólo en los libros mal traducidos se advierte que en la lengua de llegada hay forzamientos, giros y expresiones fatigosas, cuando no directamente inverosímiles. El lector ingenuo encuentra ese libro difícil de leer y el lector advertido, en cambio, sospecha inmediatamente algún error de traducción, y a partir de ese error es capaz de adivinar lo que decía en el texto original”.Es muy interesante esta visión del buen traductor como de un ser invisible. El buen trabajo debe pasar desapercibido.
Ahora bien, si los políticos deben traducir las necesidades de quienes los eligen, es evidente que en vez de abusar tanto de los medios y las estadísticas para promocionar u ocultar sus acciones, deben buscar ser más eficientes, esto es, volverse invisibles.
Link: Sombreros "altos de forma"
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